Por el amor de Dios, volumen 1/13 de junio

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English: For the Love of God, Volume 1/June 13

© The Gospel Coalition

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Por D.A. Carson sobre Vida Devocional
Capítulo 166 del Libro Por el amor de Dios, volumen 1

Traducción por Luximar Arenas Petty


13 DE JUNIO

Deuteronomio 18; Salmos 105; Isaías 45; Apocalipsis 15

LA PROFECÍA DE LA LLEGADA de un profeta como Moisés (Deuteronomio 18:15-18) debe en primer lugar ser entendida dentro de su propio contexto. Cuatro observaciones brindan a este pasaje un enfoque agudo.

Primero, los versículos precedentes (18:9-13) condenan las prácticas religiosas de las naciones que los israelitas están desplazando, especialmente aquellas prácticas religiosas usadas para guiar hacia: la adivinación, la hechicería, la interpretación de augurio, la brujería, los encantamientos, el espiritismo y la nigromancia. Estas “practicas detestables” (18:12) constituyen parte de la razón por la que éstas naciones fueron expulsadas, una lección que muchos en Occidente no han aprendido, es nuestro gran peligro. Tales prácticas implícitamente niegan la soberanía de Dios y alienta a las personas a depender en su seguridad y bienestar ya sea en la superstición sin sentido o en el poder demoníaco. En el versículo de transición (18:14), Moisés contrasta a los israelitas: “Pero a ti el SEÑOR tu Dios no te lo ha permitido”. Lejos de eso: como el Señor dio su palabra a través del profeta Moisés, así que después de la muerte de Moisés Dios levantará un profeta como Moisés. “A él oiréis” (18:15). El pueblo de Dios debe ser guiado por la palabra de Dios fielmente dada por sus profetas, no por superstición religiosa.

Segundo, surge la pregunta como de quién es un verdadero profeta (18:20-22), un tema que Moisés ya ha discutido (Deuteronomio 13; ver la meditación del 9 de junio) pero aquí se vuelve a presentar brevemente. Porque si el pueblo conoce la Palabra de Dios a través de los profetas de Dios, es importante reiterar algunos de los criterios por los cuales uno puede distinguir los verdaderos profetas de los falsos.

Tercero, Moisés les recuerda a los israelitas de la función fundamentalmente mediadora del profeta (18:16-17). Por supuesto, esto es a cierto nivel muy común: los profetas genuinos revelan la palabra de Dios que de otra manera sería desconocida y esto media entre Dios y el pueblo. Pero Moisés se refiere a algo más profundo. Cuando Dios se muestra a sí mismo en el Sinaí, el pueblo estaba tan atemorizado que sabía que no se atrevían a acercarse a este Dios santo: que ellos serían destruídos (Éxodo 20:18-19). El pueblo quería que Moisés fuese el mediador de la revelación de Dios. Dios los alaba por este discernimiento, este temor sensato de Dios (Deuteronomio 18:17). De la misma manera, Dios levantará otro profeta que ejercerá la misma función mediadora.

Cuarto, en cierto modo esta promesa fue cumplida en cada profeta genuino enviado por Dios. Pero el lenguaje de esta promesa es tan generoso que es difícil no ver que algún profeta especial está a la vista finalmente: el no solamente les dirá todo lo que Dios manda, sino que si alguien no escucha la palabra de Dios hablada en el nombre de Dios, Dios mismo le pedirá cuentas. Medite en Hechos 3:22-23; 7:37, y en Juan 5:16-30.



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