Por el amor de Dios, volumen 1/14 de septiembre

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Sobre esta Traducción
English: For the Love of God, Volume 1/September 14

© The Gospel Coalition

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Por D.A. Carson sobre Vida Devocional
Capítulo 259 del Libro Por el amor de Dios, volumen 1

Traducción por Arturo Valbuena M.


14 DE SEPTIEMBRE

2 Samuel 10, 2 Corintios 3, Ezequiel 17; Salmos 60-61

De alguna manera, Pablo se encuentra en una posición embarazosa. Si él no responde a algunas de las preocupaciones de que los corintios entretienen sobre él y su ministerio, él podría, no solo perderlos en lo personal lo cual no lo habría molestado, sino perder su lealtad hacia él y, por lo tanto, al mensaje que él predicaba. Por otro lado, si habla mucho de sí mismo, por lo menos algunos de sus críticos dirían que solo habla de sí mismo, o que es inseguro, o que un verdadero apóstol no tendría que defenderse a sí mismo, o algo más de la misma clase.

Precisamente lo que su acusación fue, no podemos estar seguros. Que Pablo es sensible al peligro es bastante obvio en varios lugares en la correspondencia de Corinto, al menos no 2 Corintios 3:1-3. Al final del capítulo 2, Pablo había insistido en que “nosotros, ya sea un “nosotros” editorial o una referencia embarazosa a los apóstoles, hablemos ante Dios con sinceridad, como enviados por Dios” (2:17), como si estuvieran trabajando como vendedores ambulantes. Ahora pregunta retóricamente: “¿Estamos empezando a encomendarnos de nuevo?" (3:1). El “de nuevo” es lo que revela el hecho de que Pablo ha tenido que enfrentar este problema antes con los corintios. Más específicamente, pregunta, “¿O necesitamos, como algunos, cartas de recomendación para vosotros o de vosotros?” (3:1). Suena como si “algunas personas” han intentado establecer sus credenciales trayendo cartas de presentación con ellos. Ellos o los corintios entonces se convierten desdeñosos de Pablo porque él no encaja en el patrón cultural de comprobar sus credenciales al pedir una cuota de alta (cap. 2), ni tampoco trae consigo documentos de Jerusalén,o alguna otra autoridad central, para establecer su buena fe.

Pero Pablo no responde defendiendo su condición de apóstol en términos de la revelación directa, a él, de la resurrección de Cristo. En otros lugares, sin embargo, es exactamente lo que hace, e incluso en este capítulo insiste que su competencia viene de Dios mismo (3:5). Aquí adopta una postura que a la vez señala a la peculiar naturaleza de su propio ministerio, y ligeramente alienta a los corintios a reconocer que no están en lugar que los hagan pensar de manera distinta. Lo que él les dice, en efecto, es que su existencia como cristianos constituye, para ellos, acreditación suficiente de Pablo. Pablo les predicó el Evangelio. Ellos son su “carta de recomendación”, el resultado de su ministerio (3:1, 3). Y ya que la auténtica conversión es obra del Espíritu de Dios, ellos, como la carta de recomendación de Pablo, deben verse a sí mismos como habiendo sido “escrito”" no con tinta, sino “con el Espíritu del Dios Viviente”, y no en una hoja de papiro o una tableta de piedra, sino en el corazón del ser thumano(3:3).



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