Por el amor de Dios, volumen 1/15 de junio
De Libros y Sermones BÃblicos
Por D.A. Carson
sobre Vida Devocional
Capítulo 168 del Libro Por el amor de Dios, volumen 1
Traducción por Luximar Arenas Petty
15 DE JUNIO
Deuteronomio 20; Salmos 107; Isaías 47; Apocalipsis 17
HISTÓRICAMENTE, EL AVIVAMIENTO SE HA REFERIDO A un periodo en el que Dios ha enviado bendiciones más allá de lo normal. Los ministros de la Palabra hacían su trabajo, orando, predicando, catequizando, aconsejando, fuesen tiempos de persecución, o tiempos de relativa calma y crecimiento constante. Pero si el Señor visitaba a su pueblo con avivamiento, era evidente inmediatamente en un sentido extraordinario de la presencia de Dios, en un profundo arrepentimiento y una pasión renovada por la santidad, y finalmente en el sonido e indiscutible conversión de mucha gente. Podría ser relativamente disciplinado o podría ser mezclado con lo espurio.
Aunque el “avivamiento” aún tiene este sentido en algunos círculos, en otros se refiere a una reunión o a una serie de reuniones donde el predicador habla de la santidad personal o predican un mensaje evangelístico. Se asume que si el predicador tiene el don que habrá frutos evidentes. En algunos círculos en la parte sur de los Estados Unidos, uno escucha expresiones como “teniendo un avivamiento” o “predicando un avivamiento”. Ayudaría a aclarar el pensamiento si en cambio se habla de “celebrando un conferencia Bíblica” o “predicando una serie evangelización”.
El Salmo 107 enumera una gran variedad de circunstancias en las cuales las personas se encuentran en gran peligro o bajo una terrible opresión, generalmente debido a sus propios pecados. En cada caso, Dios viene al rescate. Los que vagaron en el desierto en lugares desolados clamaron al Señor, y fueron librados de la sed y del hambre (107:4-9). Otros sentados en cadenas, prisioneros, “porque fueron rebeldes a las palabras de Dios” (107:11) y el Señor los libró (107:13-14). Aún otros se volvieron tan débiles por sus locuras que odiaban la vida. Pero cuando clamaron al Señor, “El envió su palabra y los sanó” (107:20). Otros se encontraron en peligro mortal en el mar y aquí también, el Señor respondió a sus clamores y los salvó (107:23-32). Ciertamente, este Dios humilla al altivo y por el bien de los necesitados y afligidos vuelve el desierto en campos fértiles (107:33-42).
No debemos malinterpretar el punto de vista del salmista, el lo aclara para nosotros de dos maneras. Primero, en más de una sección, cuando describe aquellos quienes han sido salvados, el ordena, “¡Que den gracias al Señor por su gran amor, por sus maravillas en favor de los hombres!” (107:8, 15, 21, 31). Segundo, al inicio del salmo nos recuerda que Dios es bueno, y su amor perdura para siempre (107:1), mientras que al final insiste, “Quien sea sabio, que considere estas cosas y entienda bien el gran amor del Señor” (107:43). Esto, y sólo esto, es el origen de las bendiciones de Dios, una de las cuales es el avivamiento. Y el último versículo va más allá y proporciona la sanción para el estudio de los avivamientos entre las bendiciones de Dios.
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