Por el amor de Dios, volumen 1/18 de junio
De Libros y Sermones BÃblicos
Por D.A. Carson
sobre Vida Devocional
Capítulo 171 del Libro Por el amor de Dios, volumen 1
Traducción por Luximar Arenas Petty
18 DE JUNIO
Deuteronomio 23; Salmos 112-113; Isaías 50; Apocalipsis 20
DE VEZ EN CUANDO EN EL Pentateuco hay un capítulo de leyes y estatutos diversos. Uno de ellos es Deuteronomio 23. Va más allá de estas breves meditaciones para reflexionar sobre cada tema por el cual se establece un estatuto o incluso sobre el principio ordenado de algunas de estas listas. De forma transparente algunas de las leyes se basan en la experiencia histórica de los israelitas (por ejemplo, 23:3-8). Otras partes se refieren al aseo cargado de simbolismo (por ejemplo, 23:9-14). Aún otros se enfocan en la urgencia de mantener al pueblo del pacto alejado de las prácticas abominables del paganismo antiguo de Canaán (23:17-18), en pasos progresivos de justicia social (23:15-16), en principios fiscales para mejorar tanto la identidad como el bienestar de la comunidad del pacto (23:19-20) y en mantener la palabra dada, especialmente en un voto ofrecido al Dios vivo (23:21-23). Pero hoy voy a reflexionar en el 23:24-25: “Cuando entres en la viña de tu prójimo, entonces podrás comer las uvas que desees hasta saciarte, pero no pondrás ninguna en tu cesto. Cuando entres en la mies de tu prójimo, entonces podrás arrancar espigas con tu mano, pero no meterás la hoz a la mies de tu prójimo”.
Hay una profunda sabiduría en estos estatutos simples. Una postura simplemente comunitaria le permitiría al pueblo tomar lo que ellos quieran cuando quieran y tanto como quieran o alternativamente, dirían que como todos los productos pertenecen a la comunidad (o al estado), a ninguna persona se le permite tomar algo sin una autorización directa de los líderes de la comunidad. Una postura simplemente capitalista (o más precisamente, una postura que ponga todo el énfasis en la propiedad privada) vería cada ocasión de tomar una uva del campo del prójimo como una cuestión de hurto, cada ocasión de masticar un poco de granos de cereal como que usted esta siguiendo una senda hacia el campo de su prójimo como un delito punible. Pero permitiendo a las personas comer lo que ellos quieran mientras se encuentran en el campo de un prójimo, esta ley promueve una clase de interdependencia de toda la comunidad, una visión de patrimonio compartido. Las paredes y cercas construidas por propietarios privados celosos se suavizan. Ademas, los que son verdaderamente pobres podrían al menos encontrar algo que comer. Esto no sería una carga terrible para cualquier terrateniente si la ley era obedecida por todos los terratenientes. Por otra parte, la condición que a nadie se le permite llevar ningún producto, si es obedecida, sirve no únicamente para combatir el hurto y la flojera, sino también para mantener la propiedad privada y los incentivos a la industria y al trabajo disciplinado asociado con el.
Muchas, muchas leyes de la Ley mosaica, al examinarlas correctamente, reflejan un equilibrio de intereses complementarios.
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