Por el amor de Dios, volumen 1/1ro de junio
De Libros y Sermones BÃblicos
Por D.A. Carson
sobre Vida Devocional
Capítulo 154 del Libro Por el amor de Dios, volumen 1
Traducción por Luximar Arenas Petty
1ro DE JUNIO
Deuteronomio 5; Salmos 88; Isaías 33; Apocalipsis 3
LO QUE ES MÁS NOTABLE ACERCA DEL salmo 88 es que no hay descanso. Hemán comienza el salmo clamando al Señor, poniendo en evidencia su desánimo de varias maneras, y termina en oscuridad y desesperanza. La mayoría de los salmos que tienen que ver con el desánimo y la desesperanza comienzan en tristeza y terminan en luz. Este salmo comienza en oscuridad y termina en la más profunda penumbra.
Cuando Hemán comienza, aunque el clama al Señor, “Oh SEÑOR, Dios de mi salvación” (la única nota de esperanza en todo el poema), el dolorosamente comenta que clama ante Dios “día y noche” (88:1). Sinceramente el siente que no está siendo escuchado (88:2, 14) No solamente se encuentra en dificultades sino que siente que está cerca de la muerte: “Porque saturada está mi alma de males, y mi vida se ha acercado al Seol” (88:3) En realidad, Hemán insiste que otros lo tratan como si él está condenado (88:4-5). La única explicación es que el está bajo la ira de Dios: “Ha reposado sobre mí tu furor, y me has afligido con todas tus olas” (88:7; comparar con 88:16). No es la menor de las miserias la pérdida de todos sus amigos (88:8).
Peor aún, Hemán está convencido que toda su vida la ha vivido bajo la sombra de la muerte: “He estado afligido y a punto de morir desde mi juventud”, escribe (88:15). ¿Quizás está sufriendo una de las muchas enfermedades progresivas, horribles y crónicas? “Sufro tus terrores, estoy abatido. Sobre mí ha pasado tu ardiente ira; tus terrores me han destruido. Me han rodeado como aguas todo el día; a una me han cercado” (88:15-17).
Pero lo que hace al salmo absolutamente lúgubre es la línea final. No solamente Hemán culpa a Dios de alejar a sus compañeros y seres amados, sino que concluye, “mis amistades son las tinieblas” (88:18). No es Dios; la oscuridad. Una de las características poco atractivas de este salmo es su absoluta honestidad. Nunca es sabio ser deshonesto con Dios, por supuesto; él sabe exactamente lo que pensamos de todas maneras, y prefiere escuchar nuestro clamor sincero de dolor, furia, y acusación que clamores falsos de alabanza. Por supuesto, mejor aún es que aprendamos a entender, reflejar, y comprender nuestra propia perspectiva. Pero en cualquier caso siempre el curso de la sabiduría es ser honestos con Dios.
Eso nos presenta el elemento más importante en este salmo. Los clamores y las heridas escritas aquí no se tratan de un furor barato y negligente de personas que usan sus momentos oscuros para denunciar a Dios de lejos, la crítica presumida de agnosticismo altanero o ateísmo arrogante. Estos clamores se comprometen activamente con Dios, con plena conciencia de la única fuente real de la ayuda.
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