Por el amor de Dios, volumen 1/21 de septiembre

De Libros y Sermones Bíblicos

21 DE SEPTIEMBRE

2 Samuel 17, 2 Corintios 10, Ezequiel 24, Salmo 72

HAY MUCHISIMO ALARDE EN EL EVANGELISMO OCCIDENTAL. Parte de ello es tan evidente que es repulsivo para todas las personas serias. Gran parte de ello, sin embargo, es tenue y potencialmente subversivo. Probablemente la mayoría de nosotros somos culpables de ello a veces.

Al leerla por primera vez, parece como si Pablo en 2 Corintios 10 también está alardeando, palabra que se repite en los últimos cuatro capítulos de este libro. De hecho, la materia planteada en este capítulo es extraordinariamente compleja. Yo aquí sólo puedo mencionar algunos de ellos.

(1) El tono de 2 Corintios 10-13 separa esta sección del resto del libro. Es posible que más información acerca de la situación en Corinto le ha llegado a Pablo. En cualquier caso, los críticos de Corinto critican al apóstol por varios motivos. Dicen que es débil y tímido en persona, mientras presenta aires de poder y autoridad cuando él está ausente y empuña su pluma (10:1, 10). En una época en la “imagen” y la retórica significó mucho, dicen, “sus cartas son importantes y contundentes, pero en persona no impresiona y cuando habla no dice nada” (10:10). Pasan el tiempo felicitándose en un sistema de aprobación mutua y dándose cartas de referencia (10:12). Los siguientes capítulos reflejan todavía más elementos de este cantidad de críticas que Pablo tiene que soportar.

(2) En el medio de todo está una postura hacia el alarde que es la antítesis de todo en lo que Pablo está interesado. Un cierto estilo de auto-promoción, de confianza en su conocimiento y retórica, de pertenecer al grupo del “momento”, conspira para crear una camarilla de egos. Sin duda, algunos de ellos fueron amenazados por Pablo, pero independientemente de sus motivos, hicieron un hábito de vencerlo. Esto lo puso en una posición imposible. Si no dijo nada, estaba en peligro de perder la confianza de toda la iglesia, pero si expuso sus credenciales como una forma de responder a estos ataques, caería en exactamente el mismo fracaso moral que acosó a sus oponentes.

(3) En la respuesta inicial a este dilema, Pablo hace tres cosas. (a) Él hace distinguir cuidadosamente sus criterios de “los criterios del mundo”, sus armas de “las armas del mundo” (10:2, 4), y advierte que en su próximo viaje a Corinto, a pesar de su caricatura de su presencia, estará preparado para administrar el castigo (10:6). (b) Insiste en que su ejercicio de la autoridad ha sido para su bien, no para su propio beneficio o avance (10:7-11). (c) Él sutilmente les hace recordar a los corintios que son creyentes a causa de su ministerio (10:12-16), mientras insistía el propio alarde cristiano es alarde en el Señor (10:17-18)