Por el amor de Dios, volumen 1/27 de abril
De Libros y Sermones BÃblicos
Por D.A. Carson
sobre Vida Devocional
Capítulo 119 del Libro Por el amor de Dios, volumen 1
Traducción por Luximar Arenas Petty
27 DE ABRIL
Números 4; Salmos 38; Cantares 2; Hebreos 2
UNA DE LA CARACTERÍSTICAS MÁS ATRACTIVAS de David es su franqueza. En sus mejores momentos él es transparentemente honesto. Eso significa, más allá de otras cosas, que cuando hay una serie de cosas que van mal en su vida él no los subordina a un problema simple. Nada podría ser más claro que el Salmo 38. Los comentaristas algunas veces tratan de extraer los diversos elementos de este salmo en una situación única, pero la mayoría de tales recreaciones parecen un tanto forzadas. Vale la pena identificar algunos de los componentes más llamativos de la miseria de David.
(1) El está enfrentando la ira de Dios (38:1), y (2) está sufriendo de una serie de dolencias físicas. (38:3-8). (3) Como resultado el está colmado de esperanza frustrada y se ha hundido en la depresión (38:9-10). (4) Sus amigos lo han abandonado (38:11). (5) Mientras tanto el aún enfrenta las tramas y la decepción de sus enemigos (político) comunes (38:12). (6) El esta tan debilitado que es como un sordo (38:13-14), incapaz de hablar, porque sus enemigos son numerosos y fuertes (38:19). (7) Mientras tanto el esta dolorosamente afligido por su propia iniquidad (38:18).
Uno puede imaginar varias formas de unir estos puntos juntos, pero es necesario un poco de especulación. Lo que se destaca en este salmo es que aún mientras David está pidiendo por reivindicación contra sus enemigos, él lo hace en el contexto de confesar su propio pecado, de enfrentarse a sí mismo con la ira de Dios. Es posible que entienda tanto su sufrimiento físico como aún la pérdida de sus amigos y la oposición de sus malvados oponentes al ser expresión de la ira de Dios, la cual admite intrínsecamente merecer. En este salmo David no pide reivindicación basada en su propia fidelidad al pacto. El sinceramente confiesa su pecado (38:18), espera en el Señor (38:15), ruega que Dios no lo abandone (38:21), suplica que Dios lo socorra (38:22), y que no lo reprenda en su enojo e ira (38:1). En resumen, David pide misericordia.
Esta es otra cara del tema de la reivindicación (ver la meditación del 24 de abril). Si, deseamos que Dios muestre su justicia. En circunstancias donde hemos sido sinceramente ofendidos, es reconfortante recordar que la justicia de Dios triunfará al final. Pero ¿Qué decir de las veces cuando somos culpables? ¿Bastará por sí sola la justificación? Si todo lo que queremos de Dios es justicia, ¿Qué ser humano sobrevivirá al holocausto divino?
Cuando suplicamos por reivindicación, es urgentemente importante que confesemos nuestros pecados, y roguemos a Dios por misericordia. Porque el Dios de justicia es también el Dios de gracia. Si esto no es así, no hay esperanza para ninguno de nosotros.
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