Por el amor de Dios, volumen 1/29 de enero
De Libros y Sermones BÃblicos
Por D.A. Carson
sobre Vida Devocional
Capítulo 31 del Libro Por el amor de Dios, volumen 1
Traducción por Arturo Valbuena M.
29 DE ENERO
Génesis 30, Marcos 1; Esther 6; Romanos 1
Cuando yo era un niño en la escuela dominical, aprendí de los nombres de las doce tribus de Israel cantando un coro simple: “Estos son los nombres de los hijos de Jacob: / Gad y Aser y Simeón, / Rubén, Isacar, Levi, / Judá , Dan y Neftalí-/ Doce en total, pero nunca un gemelo / Zabulón, José y Benjamín”.
Pero muchos años más pasaron antes de que comprendí lo importante que son las doce tribus en la historia de la Biblia. Muchas de las dinámicas en el resto de Génesis comienzan sus relaciones. La organización de la nación de Israel depende de dejar de lado una tribu, los levitas, como sacerdotes. Desde otro hijo, Judá, surge la dinastía davídica que conduce al Mesías. A través de los siglos, la tribu de José se dividiría en Efraín y Manasés; en medida sustancial, Benjamin se fusionaría con Judá. En el último libro de la Biblia, el Apocalipsis, las doce tribus de la antigua alianza constituye el contrapunto a los doce apóstoles de la nueva alianza: el doce por doce de la matriz (es decir, 144, en el simbolismo de esta literatura apocalíptica) abarca, en principio, todo el pueblo de Dios.
¡Pero qué escandalosos principios se tienen en Génesis 30! El engaño de Labán en Génesis 29, que dio lugar a que Jacob se casase tanto con Lea como con Raquel, que crea problemas en uno de los casos más injuriosos de rivalidad entre hermanos en la Sagrada Escritura. Cada una de estas mujeres en esta familia es tan ansiosa de opacar a la otra que da a su esclava a su marido en lugar de permitirle para salir adelante en la carrera por tener hijos. Tan egocéntricas e impetuosas son las relaciones que en otro momento Rachel está dispuesta a vender el momento marital con su marido a su hermana Leah por unas pocas mandrágoras. La poligamia se ha establecido, y con ella un desastre de relaciones distorsionada
De estas dolorosas y francamente disfuncionales relaciones familiares nacen once hijos y una hija (el nacimiento del último hijo, Benjamín, se informó en el cap. 35). Éstos son los orígenes de las doce tribus de Israel, la fundación de la nación israelita. Sus orígenes no son peores que las de los demás, son solamente típicas. Pero ya va quedando claro que Dios no se ocupa de esta familia porque están consistentemente por encima de otras familias. No, Él las usa para mantener sus promesas del pacto con Abraham, Isaac y Jacob. Él ha tenido la deferencia de perseverar con ellos para lograr sus grandes propósitos redentores. Las escandalosas dinámicas familiares, el tipo de cosas que podría generar una película de segunda clase, no tiene la posibilidad de prevenir al Soberano del universo de mantener sus promesas de alianza.
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