Por el amor de Dios, volumen 1/2 de agosto

De Libros y Sermones Bíblicos

2 DE AGOSTO

Jueces 16; Hechos 20; Jeremías 29; Marcos 15

EL MENSAJE DE PABLO A LOS ANCIANOS DE EFESO (Hechos 20:18-35) puede ser dividido en tres partes. En la primera parte (20:18-24), Pablo habla de su ministerio en Efesos y de su futuro. En la segunda parte (20:25-31), el usa el ejemplo de su ministerio para animar a los ancianos en Efesos a “tener cuidado” de ellos mismos y “de toda la grey” de Dios (20:28) de la cual el Espíritu Santo les ha hecho obispos, con énfasis especial en los retos por venir cuando la gente dentro de la iglesia mostrase gran interés en hacer discípulos y estuviesen listos para distorsionar la verdad. En la tercera parte (20:32-35), Pablo no sólo encomienda a estos ancianos “a Dios y a la palabra de su gracia” (20:32), sino que calmadamente da testimonio de nuevo de las exigentes normas de honradez personal en su propia vida cuando él sirvió entre ellos.

Cuando se predica este pasaje ponemos mayormente se pone el énfasis en la sección central. Pero aquí me gustaría llamar la atención sobre algunos atributos que caracterizaron el ministerio de Pablo.

(1) El más obvio es el hecho que Pablo percibía como vivía y servía para ser un modelo a seguir. En otra parte abiertamente le dice a los corintios que lo imiten como él imita a Cristo (1 Corintios 11). En Pablo no hay vestigio de doble moral: Haz lo que enseño, pero no lo que hago.

(2) Pablo “sirvió al Señor con toda humildad y con lágrimas”, aun cuando él fue “duramente probado” por las intrigas de “los judíos” (20:19). En otras palabras, la oposición no lo venció ni tampoco lo abatió el delirio de venganza. Por el contrario, cuán fácil es desalentarse y renunciar o molestarse y destruir lo que ha sido construido.

(3) El ministerio de Pablo era edificante y transmitía una mezcla de reunión publica y visitación fiel (20:20). Da la impresión que sobre todo era el ministerio de la Palabra, comunicada a través de un hombre encendido por esa Palabra.

(4) Pablo no flaqueó al lidiar en su trato con los inalterables del Evangelio, sin importar cuán incómodo o poco popular pudieran ser. Como resultado declaró valientemente, a judíos y gentiles igualmente, “que deben volverse a Dios, y tener fe en nuestro Señor Jesucristo” (20:21 énfasis añadido).

(5) En ocasiones, Pablo se sintió “obligado por el Espíritu” a adoptar un cierto curso sin saber exactamente a donde lo conduciría ese curso (20:22-24). Teniendo iluminación suficiente para decidir sobre una acción no es garantía suficiente de información para saber cómo resultarán las cosas. En este caso él sabe únicamente que se le ha prometido “cárceles y tribulaciones”, y todo lo que él desea es completar la tarea que el Señor Jesús le ha encomendado, “de hablar del evangelio y de la gracia de Dios”.