Por el amor de Dios, volumen 1/30 de agosto
De Libros y Sermones BÃblicos
Por D.A. Carson
sobre Vida Devocional
Capítulo 244 del Libro Por el amor de Dios, volumen 1
Traducción por Arturo Valbuena M.
30 DE AGOSTO
1 Samuel 23, 1 Corintios 4, Ezequiel 2, Salmo 38
PABLO EN 1 CORINTIOS 3 LES HA ESTADO diciendo a los corintios a como no ver siervos de Cristo. Ellos no verán a cualquier servidor determinado de Cristo como un gurú de grupo, pues eso significa que los otros agentes de Cristo son implícitamente inferiores. Cuando cada grupo diferente dentro de la iglesia tiene su propio gurú cristiano, hay, pues, dos males: la división innecesaria dentro de la iglesia, y una censura condescendiente que pronuncia juicio sobre quien es digno de ser un gurú y quien no lo es. Pablo insiste en que todo lo que Dios tiene para la iglesia en un Pablo o Apolos, o Cefas, a un derecho le pertenece a toda la iglesia (3:21-22).
Al principio de 1 Corintios 4, Pablo les dice a los corintios como van a ver a los siervos de Cristo: “como los encargados de los misterios de Dios” (4:1). La palabra traducida como “cosas secretas” no significa “cosas misteriosas” o “cosas que sólo la élite de los elegidos pueden aprender”. La palabra es a menudo “misterios” dados en nuestras versiones anteriores. En el Nuevo Testamento, que más comúnmente se refiere a algo que Dios ha mantenido en cierta medida, velado, escondido, secreto o en el pasado, pero que ahora está haciendo muy claro en Cristo Jesús. En resumen, estos “siervos de Cristo” se les ha confiado el Evangelio, todo lo que Dios ha dejado en claro referente a la venida de Jesucristo.
Los que recibieron una confianza deben comprobar su fidelidad a la persona a quien deben rendir cuentas (4:2). Por esta razón, Pablo sabe que como lo ven los corintios es de poca importancia y, de hecho, como se evalúa a sí mismo no tiene gran importancia tampoco (4:3). Pablo sabe que es importante tener una conciencia limpia delante del Señor. Sin embargo, es posible tener la conciencia tranquila y aún así ser culpable de muchas cosas, porque la conciencia no es un instrumento perfecto. La conciencia puede estar mal informada o endurecida. La única persona a cuyo juicio tiene toda la razón, y de importancia fundamental, es el Señor mismo (4:4). De ello viene que los corintios no deben nombrar a los jueces sobre todos los “siervos de Cristo” que Cristo envía. Cuando el Señor regrese, la contabilidad final se hará evidente. En ese momento, Pablo dice, “cada uno recibirá su alabanza de Dios” (4:5): un pensamiento maravilloso, ya que parece que el Juez final será más alentador y positivo que muchos jueces humanos.
Algún lugar permanece en la iglesia para el discernimiento y el juicio, ¡vea la meditación de mañana! Pero siempre hay grupos de críticos que van mucho “más allá de lo que está escrito” (4:6) con pruebas legalistas de su propia concepción descontenta y apegándose a sus gurus y detestando al resto. A menudo piensan que son proféticos, cuando en realidad sus pretensiones se acercan a usurpar el lugar de Dios.
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