Por el amor de Dios, volumen 1/30 de marzo
De Libros y Sermones BÃblicos
Por D.A. Carson
sobre Vida Devocional
Capítulo 91 del Libro Por el amor de Dios, volumen 1
Traducción por Gabriella Maldonado
30 DE MARZO
Levítico 1; Juan 20; Proverbios 17; Filipenses 4
TOMÁS RECIBE MUCHAS MALA PUBLICIDAD — "Tomás el incrédulo", le llamamos. Sin embargo, la razón por la que él duda que Jesús ha resucitado de entre los muertos, puede tener más que ver con el hecho de que no estaba presente cuando Jesús se apareció primero a la banda apostólica (Juan 20:19-25). ¿Es totalmente obvio que hubiera sido mejor que cualquiera de los otros hubiera estado ausente el día crítico?
Ciertamente a Tomás no le falta coraje. Cuando Jesús propone volver desde Galilea a Judá para levantar a Lázaro de entre los muertos, y los discípulos, comprender el clima político, reconocen lo peligroso de esta acción, y es Tomas quien alienta discretamente a sus colegas: "déjanos también ir, que podríamos morir con él" (11:16). En ocasiones, Tomás articula la pregunta que toda la banda quiere hacer. Por lo tanto, cuando Jesús insiste en que él se va, y que por ahora realmente ellos conocen el camino, Tomás no sólo habla por sí mismo cuando protesta en silencio, "Señor, cómo podemos saber el camino, sino sabemos adónde vas?" (14:5).
Pero aquí en Juan 20, si él es el único atrapado por su ausencia, en la segunda aparición de Jesús resucitado a la banda apostólica, Tomás también provoca algún diálogo de mucha importancia. Cuando Jesús aparece, a través de las puertas cerradas, específicamente se vuelve a Tomás y muestra las cicatrices de las heridas: "Pon tu dedo aquí; ve mis manos. Mete tu mano en mi costado. Deja de dudar y cree"(20:27). Tomás no pide ninguna evidencia adicional. Él entra en erupción con una de las grandes cristológicas confesiones del nuevo testamento: "¡Mi señor y mi Dios!" (20:28).
Jesús responde con una elocución que hoy ilumina la naturaleza del testimonio cristiano: "porque me has visto has creído; Bienaventurados los que no vieron y creyeron"(20:29). Aquí Jesús proyecta su sombra hacia adelante por los prados de la historia, previendo los incontables millones de personas que le confiará sin haber visto en la carne, sin jamás haber trazado las cicatrices en sus manos, pies y costado. Su fe no es inferior. De hecho, en la peculiar Providencia de Dios, el informe de la experiencia de Tomás es una de las cosas que del espíritu de Dios va a utilizar para llevarlos a la fe. Jesús amablemente proporciona la evidencia visual y tangible a uno, para que el informe escrito de la fe y confesión de Tomás estimulará a la conversión de aquellos que tienen acceso sólo al texto. Tanto Tomás como sus sucesores creen en Jesús y tendrán vida en su nombre (20:30-31).
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