Por el amor de Dios, volumen 1/3 de junio
De Libros y Sermones BÃblicos
Por D.A. Carson
sobre Vida Devocional
Capítulo 156 del Libro Por el amor de Dios, volumen 1
Traducción por Luximar Arenas Petty
3 DE JUNIO
Deuteronomio 7; Salmos 90; Isaías 35; Apocalipsis 5
VARIOS TEMAS COMPLEJOS se entrelazan en Deuteronomio 7. Aquí quiero reflexionar en dos de ellos.
El primero es el énfasis en la elección. “Porque tú eres pueblo santo para el SEÑOR tu Dios. El SEÑOR tu Dios te ha escogido para ser pueblo suyo de entre todos los pueblos que están sobre la faz de la tierra” (7:6). ¿Por qué? ¿Fue sobre el fundamento de una superioridad intrínseca, una inteligencia mayor, una superioridad moral, o una habilidad militar por la cual el Señor hizo esta elección? No es así. “El SEÑOR no puso su amor en vosotros ni os escogió por ser vosotros más numerosos que otro pueblo, pues erais el más pequeño de todos los pueblos. Más porque el SEÑOR os amó y guardó el juramento que hizo a vuestros padres, el SEÑOR os sacó con mano fuerte y os redimió de casa de servidumbre, de la mano de Faraón, rey de Egipto” (7:7-8).
Tres observaciones: (1) En la Biblia, la soberanía absoluta de Dios no reduce la responsabilidad humana; al contrario los seres humanos son agentes morales que eligen, creen, obedecen, dudan, y desobedecen, y este hecho no hace la soberanía de Dios finalmente circunstancial. Es evidente que la soberanía de Dios se manifiesta en este capítulo, es decir, en las elecciones, aunque el capítulo eriza con las responsabilidades atribuidas a las personas. Las personas que no creen ambas verdades, que Dios es soberano y que los seres humanos son responsables, tarde o temprano presentan algunas fluctuaciones inaceptables en la estructura de su fe. (2) Aquí el amor de Dios es selectivo. Dios escoge a Israel porque el pone su afecto en ellos, y no por algo en ellos mismos. La idea se repite en otras partes (ejemplo, Malaquías 1:2-3). Pero esta no es la única manera que la Biblia habla del amor de Dios (ejemplo, Juan 3:16).
El segundo tema es el ánimo que Dios da a su pueblo a no temer a los pueblos con los que tendrán que luchar para poseer la Tierra Prometida (7:17-22). La razón es el éxodo. Ningún Dios que puede causar las plagas, dividir el mar rojo, y liberar a su pueblo de un súper poder regional como el de Egipto no es la clase de Dios que va a tener problemas con unos cuantos cananeos paganos e inmorales. El temor es lo opuesto a la fe. Los israelitas son animados a no temer, no porque ellos sean más fuertes o mejores, sino porque ellos son el pueblo de Dios, y Dios es invencible.
Estos dos temas, y muchos otros, se entrelazan en este capítulo. El Dios que elige a su pueblo es suficientemente fuerte para cumplir su propósito en ellos; el pueblo escogido por Dios debe responder no solamente con agradecida obediencia, sino con confianza inquebrantable.
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