Por el amor de Dios, volumen 1/9 de agosto
De Libros y Sermones BÃblicos
Por D.A. Carson
sobre Vida Devocional
Capítulo 223 del Libro Por el amor de Dios, volumen 1
Traducción por Arturo Valbuena M.
9 DE AGOSTO
Ruth 2, Hechos 27, Jeremías 37, Salmo 10
EL NARRADOR YA NOS HA DICHO que cuando Naomi y Ruth llegar de vuelta en Belén fue el momento de la cosecha de la cebada (Ruth 1:22). Ahora (Ruth 2) la importancia de esa poca información se desarrolla.
Era una tradición antigua, derivada de la ley de Moises, que los terratenientes no fueran demasiado escrupulosos en cuanto a recoger todos los despojos de las cocechas de su tierra. Eso dejaba algo para los pobres en busca de alimento (comparar con Deut 24:19-22; ver meditación del 19 de junio). Así que Ruth va y trabaja detrás de los segadores propicios en un campo no muy lejos de Jerusalén. Ella no podía saber que este campo pertenecía a un rico terrateniente llamado Boaz, un pariente lejano de Naomi y su futuro marido.
La historia es conmovedora, con gente decente actuando decentemente por todos lados. Por un lado, Ruth demostró ser un gran trabajador, apenas parando para descansar (2:7). Ella entiende dolorosamente su condición de extranjera (2:10), pero trata a la gente con respeto y cortesía. Cuando ella le lleva Naomi y le cuenta todo lo que ha pasado, otro pequeño aspecto aparte nos recuerda que para una mujer sola el participar en esa labor a este punto de la historia de Israel era como invitar el acosamiento sexual (2:22), lo cual da fe de su coraje y la resistencia.
Naomi ve la mano de Dios. Desde un punto de vista meramente pragmático de ganar lo suficiente para comer, está agradecida, pero cuando escucha el nombre del hombre que es dueño del sembrado, no sólo reconoce la seguridad de que ello proporcionará a Ruth, pero ella se da cuenta de que Boaz es uno de sus “parientes salvadores” (2:20), es decir, uno de los que bajo la llamada ley del levirato podía casarse con Ruth, con el resultado de que su primer hijo llevaría a los legítimos derechos de propiedad y los derechos de su esposo original.
Pero es Boaz, el que quizás sea visto en la mejor luz. Sin una pizca de romance en esta etapa, parece ser que no sólo se preocupa por los pobres, sino es un hombre que ha sido tocado por las calamidades de los demás, y que con humildad quiere ayudar. Ha oído hablar del regreso de Naomi y de la fidelidad persistente de esta joven moabita. Le instruye a sus propios trabajadores que procuren todas lo que se necesite para garantizar su seguridad, e incluso dejar atrás algunos despojos adicionales de grano para que el trabajo de Ruth sea bien recompensado. Por encima de todo, él es un hombre de fe, así como de integridad, un punto que escuchamos en su primera conversación con la mujer que un día sería su esposa: “¡Que el SEÑOR te recompense por lo que has hecho. Que seas recompensada con creces por el SEÑOR, el Dios de Israel, bajo cuyas alas has venido a refugiarte” (2:12). Bien dicho, porque el Señor no es deudor de nadie.
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