Por el amor de Dios, volumen 1/9 de febrero
De Libros y Sermones BÃblicos
Por D.A. Carson
sobre Vida Devocional
Capítulo 42 del Libro Por el amor de Dios, volumen 1
Traducción por Joel Antonio Cáceres
9 DE FEBRERO
Génesis 42; Marcos 12; Job 8; Romanos 12
El INTERCAMBIO ENTRE Jesús y algunos de sus oponentes, en Marcos 12:13-17, está lleno de interés. Marcos dice que los interlocutores de Jesús salieron “para sorprenderle en alguna palabra” (12:13). Sin duda, es por eso que comienzan con adulaciones bastante condescendientes sobre el gran maestro de principios que es, totalmente renuente a ser influenciado por la opinión popular. Todo está arreglado. “¿Es lícito dar tributo a César, o no?” preguntan. “¿Daremos, o no daremos?” (12:14-15).
Pensaban que ya lo tenían. Si respondía que “No,” entonces estaría en problemas con las autoridades romanas, quienes ciertamente no iban a permitir que un predicador religioso, en un país volátil como éste, estuviera por ahí abogando por no pagar impuestos. Jesús podría incluso ser ejecutado por traición. Pero si respondía que “Sí,” entonces perdería la confianza de las personas y, por lo tanto, disminuiría su popularidad. Muchos judíos ordinarios no sólo sintieron el resentimiento humano ordinario de los impuestos sino que levantaron objeciones teológicas. ¿Cómo podrían judíos escrupulosos pagar en monedas que tenían la imagen del emperador en ellas, especialmente monedas que le atribuían títulos de deidad? Además, si los judíos eran realmente justos, ¿No vendría Dios y los liberaría otra vez, esta vez de la superpotencia romana? ¿Acaso la fidelidad a Dios como principio no demanda el no pagar impuestos?
Cualquiera que fuera la respuesta que Jesús diera, sería un perdedor. Pero él se rehúsa a ceder. Por el contrario, pide una moneda, pregunta de quién es la imagen en ella y argumenta que está bien dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Jesús entonces escapa limpiamente de su trampa, y sus interlocutores quedan asombrados.
Pero hay capas de implicaciones aquí. Bajo una estricta teocracia, las palabras de Jesús serían incoherentes: el gobierno de Dios es mediado por el rey, de manera que sus dominios no se pueden separar tan fácilmente. Además, la estructura del antiguo pacto estaba, en papel, estrechamente atado al gobierno teocrático. Sin embargo, aquí vemos a Jesús anunciando que debe hacerse una distinción entre las demandas del Cesar y las demandas del Dios viviente.
Por supuesto, esto no significa que el dominio del Cesar es completamente independiente del domino de Dios, ni que Dios no permanece en control providencial. Pero es difícil evitar la conclusión que Jesús está anunciando un cambio en la administración de la comunidad del pacto. El centro neurálgico de la comunidad ya no es el reino teocrático; ahora es una asamblea de iglesias de todo el mundo, viviendo bajo muchos “reyes” y “césares”, y ofreciéndole adoración a ninguno de ellos. Y por eso es que muchos cristianos alrededor del mundo creen que la historia de la separación del estado de una religión en particular se remonta a esta declaración del Señor Jesús mismo.
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