Salmo 119: El Poder Vivificador De La Palabra

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English: Psalm 119: The Life-Giving Power of the Word

© Desiring God

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Traducción por Javier Matus


Salmo 119:25,

Abatida hasta el polvo está mi alma; ¡vivifícame según Tu Palabra!

¿Alguna vez has sentido algo como una relación esquizofrénica con la Biblia? A veces nuestros corazones están vivos hacia la Palabra de Dios, mientras que otras veces nuestros corazones se sienten apagados y casi muertos. Esto no es simplemente una dinámica frustrante; es una condición terrible.

Pero encontramos un espíritu afín en un lugar sorprendente: el Salmo 119.

Digo “sorprendente” porque el Salmo 119 es un poema de amor por la Palabra de Dios. ¡Ir aquí con nuestro problema se parece a una persona que lucha contra la soltería yendo a una celebración de boda! Sin embargo, la ayuda viene en la estrofa dedicada a la letra hebrea daleth (Salmo 119:25–32).

La lucha del polvo

El salmista clama angustiado porque “se deshace [su] alma de ansiedad” (Salmo 119:28). Su lucha, sin embargo, no es simplemente ansiedad. El salmista confiesa que su alma “abatida hasta el polvo está” (Salmo 119:25). “Polvo” aquí no es una forma metafórica genérica de decir que está luchando. Es un recordatorio teológico puntual del quebrantamiento que proviene del estado caído de la humanidad. Esta palabra para polvo aparece como parte del pronunciamiento de maldición de Dios sobre la raza humana: “hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás” (Génesis 3:19). El salmista, como nosotros, se encuentra luchando contra los efectos que fluyen de su propio estado caído y quebrantado.

Pero la caída no es la última palabra. Podemos encontrar esperanza para deleitarnos en Dios nuevamente, incluso en un mundo caído. Esta estrofa comienza con el salmista “abatido hasta el polvo”, pero termina con el salmista corriendo en el camino de los mandamientos de Dios porque Dios ha ensanchado su corazón (Salmo 119:32).

De abatido hasta el polvo hasta correr hacia Dios

Entonces, ¿cómo podemos pasar de abatir a correr?

La respuesta yace en el poder vivificador de la Palabra de Dios. El versículo de apertura (versículo 25) consiste en una confesión y una oración: “Abatida hasta el polvo está mi alma” (confesión), “vivifícame según Tu Palabra” (oración). La misma estructura se ve en el versículo 28: “Se deshace mi alma de ansiedad” (confesión); “susténtame según Tu Palabra” (oración).

Comprender esta respuesta requiere que nos movamos tanto hacia atrás como hacia adelante en la Biblia.


Primero, escuchar al salmista orar para que Dios dé vida al polvo nos lleva de vuelta a Génesis 2:7. “Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente”.

Segundo, el aliento de vida de Dios se muestra nuevamente en 2 Timoteo 3:16 en relación con la Palabra de Dios porque “Toda la Escritura es inspirada [soplada] por Dios”.

Cuando leemos la Biblia

Estas conexiones nos ayudan a ver que ahora Dios respira Su aliento de vida en un libro, no directamente en nosotros. Respiramos ese soplo de vida cuando leemos la Biblia.

Parece casi contradictorio, pero cuando luchamos contra un quebrantamiento que causa que ni siquiera deseemos la Biblia, la solución es recurrir a la Biblia. Esta solución no es un voto de confianza en nosotros mismos (como si nuestras habilidades de lectura pudieran superar nuestro estado caído); sino en la Palabra misma como el aliento vivificante de Dios.

Que Dios te mueva de abatirte hasta el polvo hasta deleitarte en Su Palabra. Que Su aliento llene tus pulmones para correr la carrera de la fe.


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