Salvando A Bebés Y Salvando A Pecadores
De Libros y Sermones BÃblicos
Por John Piper
sobre Ministerio
Una parte de la serie Taste & See
Traducción por Javier Matus
Estoy frustrado porque solo tengo una vida para vivir para Cristo. Esta mañana (lunes) después del desayuno, nuevamente me sentí angustiado, muy angustiado, al pensar en los miles de niños no nacidos que son legalmente muertos, aplastados por instrumentos médicos estériles. Me acosté en mi cama y miré al techo. La inmensidad del horror de las pequeñas piernas y brazos y cabezas ensangrentadas, desmembradas y apiladas sobre un papel clínico volvió una y otra vez.
Durante tres años, Noël y yo vivimos a pocos kilómetros de Dachau, el campo de concentración afuera de Múnich, Alemania. Está abierto al público. Hay fotografías. Creemos que sucedió solo porque hay fotografías. Sin fotografías no habría creencia. Caminamos a través de las cámaras de gas. Caminamos a través de los cuartos de hornos. Caminamos entre las literas apiladas. Pero eso no es real. Son como utilería. En realidad no ocurrió aquí en este mismo lugar. En realidad no.
Pero luego vienen las fotos. Las fotos no mienten. Todo puede mentir excepto las fotos. Podemos escapar de cualquier cosa excepto las fotos. La indignación mundial provino de las fotos. Sin las fotos es inimaginable, no pudo haber sido así. O: sí, pudo haber sido, pero no puedo acercarme para sentir lo que debería sentir —no sin las fotos.
Lo mismo ocurre con el aborto. Son las fotos lo que me aturden esta mañana —las increíbles escenas de Eclipse of Reason y las fotografías de cadáveres legalmente mutilados. ¿Qué debo hacer? ¿Realmente hubieran bastado las peticiones y las oraciones en la Alemania nazi?
Pero entonces pienso en la inmensidad y el horror del pecado de no creer en Dios. Pienso en la realidad del infierno y en las imágenes de la palabra en la Biblia (“Y el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos. Y no tienen reposo de día ni de noche…” Apocalipsis 14:11).
Y me impacta lo que es una inconsistencia total el sentirse indignado, como cristiano, por el holocausto del aborto, pero no por el holocausto de los pecadores que perecen en la incredulidad. El matar a bebés es un mal horrendo y su destrucción es infernal. Pero el no confiar en Dios es un mal más horrendo y la destrucción de la gente incrédula no es infernal, sino el infierno mismo.
Por lo tanto, estoy frustrado de que solo tengo una vida para vivir para la gloria de Cristo. Una vida ciertamente debería estar dedicada a detener la matanza (debemos hablar gráficamente o mentir) del aborto. Y otra vida ciertamente debería estar dedicada a salvar a la gente del infierno.
¿Qué debo hacer? ¿Cuál es la solución a mi frustración? La solución es la diversidad de los miembros de la Iglesia de Jesucristo. No puedo ir a todos los pueblos no alcanzados del mundo con las buenas nuevas del perdón. No puedo pasar todo el tiempo que quisiera escribiendo y hablando y viajando y agitando por la causa de los niños amenazados. ¡La única solución que conozco eres tú!
¿Cuál horror en el mundo de hoy te duele más? ¿Dónde vas a derramarte en los pocos años que tenemos antes de dar cuenta al justo Juez de toda la tierra?
Buscando el rostro de Dios,
El Pastor John
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