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English: We're Pastors and We're Anxious

© The Gospel Coalition

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Por Paul Tripp sobre Ministerio Pastoral

Traducción por Analuz Pozzo Abalos

Se sentó en mi oficina cansado y desilusionado. No, no estaba por abandonar el ministerio al que había sido llamado. En muchos sentidos vivía con una profunda sensación de privilegio. Había sido elegido y tenía el talento de ser un ministro de la palabra de Dios, pero estaba cansado, y su trabajo había afectado a su familia. Era capaz de admitir que dijo sí demasiadas veces, buscó establecer el control personal sobre muchas cosas y trabajó demasiado. Había pensado que su profunda dedicación y su infinito calendario eran el resultado de la motivación y la lealtad de la fe, pero en medio de su cansancio y las quejas de su familia, empezó a preguntarse. ¿Podría ser que esta vida de energía frenética y centrada en el ministerio constante fue impulsada por algo más?

Su mujer le dijo una y otra vez que necesitaba estar más para sus cuatro hijos. Le dijo que incluso cuando estaba en casa, con frecuencia no “estaba” allí. Y en sus momentos tranquilos y de reflexión tenía que admitir que su corazón no estaba descansando. Poco sabía mi amigo pastor que no estaba solo. Su historia es la historia de muchos pastores.

¿Podría ser que uno de los oscuros secretos de ministerio pastoral es que un montón de las cosas que hacemos están impulsadas por preocupación y no por fe?

¿Podría ser que en el plano funcional gran parte del ministerio está conformado por un largo catálogo de “y si”?

¿Podría ser que esto nos lleve a ponernos la salud de la iglesia sobre nuestros hombros?

¿Podría ser que demasiadas cosas de nuestro ministerio están conformadas por una sutil auto-soberanía pastoral?

¿Podría ser que en el ministerio pastoral el pecado de la incredulidad es a menudo reformulado como compromiso, disciplina, dedicación, o una voluntad de sufrir?

¿No es posible en el ministerio pastoral que la incredulidad se perciba como maduración?

La preocupación es el problema

Usaré a Mateo 6:19-33 como una lente para entender cómo en el ministerio pastoral la preocupación se vuelve el problema y cómo el evangelio es la solución. Es importante decir que como Jesús exegeta el reino de sí mismo en Mateo 6:19-33, uno de los temas principales es lo que yo llamaría necesidades vinculadas a la ansiedad. Todo empieza cuando comenzamos a hacer algo que no hacemos muy bien: decidir qué necesitamos. Todos tendemos a cargar en nuestra categoría de necesidades cosas que pueden ser importantes pero que en realidad no son necesidades (si la necesidad es algo esencial para la vida). Después trabajamos para asegurar todas las cosas de las que estamos convencidos que necesitamos. Esta forma de acercarnos a la vida y al ministerio siempre termina variando entre baja ansiedad y miedo paralizante.

Piensa en todo lo que puede causarte preocupación en el ministerio. Siempre está ese miedo oculto al fracaso, el miedo de qué hacer con los problemas de la gente que asiste a cada iglesia, el miedo de que quizás no tengas el talento para hacer lo que has accedido a hacer, el miedo al conflicto, el miedo a la falta de personas y recursos económicos, el miedo a no ser respetado y apreciado, el miedo a lo inesperado, y el miedo de que en algún momento no te querrán o necesitarán más. Entonces para asegurarte de que tus miedos no se hagan realidad, dices sí muchas veces, tratas de controlar demasiadas cosas y trabajas demasiado.

Tres evangelios

Lo que Jesús dice a continuación puede ser difícil de aceptar, pero es imprescindible que lo escuchen. Básicamente dice que nuestras vidas están impulsadas por miedo y no por fe porque hemos olvidado el evangelio. Cristo establece tres argumentos del evangelio que debemos tener en cuenta.

1. El evangelio de la creación. Primero, Jesús apunta a la creación circundante (los lirios y los pájaros) y dice que hay abundante evidencia visible cada día de que Dios no abandonará la obra de sus manos. Si se interesa por las flores y los pájaros, ¿no estará interesado por aquellos que hizo a su propia imagen? Entonces el evangelio de la creación predica descanso al pastor. ¿Le daría Dios talento a un hombre y después lo abandonaría? ¿Quién podría estar más comprometido con el bienestar de la iglesia que Aquél que lo estableció? El bienestar de la iglesia no es trabajo del pastor—es la promesa del Señor. El trabajo del pastor es simplemente usar el talento que le dio Dios en el ministerio del evangelio público y privado.

2. El evangelio de la relación. Jesús después les recuerda a sus oyentes que tienen un Padre que sabe cuáles son sus necesidades y que está trabajando para alcanzar esas necesidades. Esto significa, primero, que definir nuestras necesidades es trabajo de Dios (si puedo usar ese lenguaje). Nadie sabe mejor qué necesitamos más que nuestro Creador, Salvador, Padre. En segundo lugar, alcanzar cada una de esas necesidades es el compromiso de alianza familiar de Dios. Una vez que tu ministerio sea impulsado por el intento de alcanzar tus necesidades, estarás ejerciendo el ministerio por ti y no por otros. El ministerio basado en otros siempre es impulsado por un tranquilo descanso en el amor y el cuidado del Padre. Esto también nos lleva a confiar en la sabiduría y las elecciones del Padre. Si se está encargando de nuestras necesidades, entonces tenemos que concluir que si no las tenemos ahora es porque el Padre sabe que no las necesitamos (en el verdadero sentido de la palabra) ahora.

3. El diagnóstico de la “poca fe”. Entonces, ¿cuál es el problema? Amnesia del evangelio. Cuando olvidas quién eres, renuncias a descansar en el suministro del Padre, empiezas a confiar en tu propia sabiduría, y tratas de hacer el trabajo de Dios. Todo esto resulta en ansiedad de ministerio funcional y un catálogo de malas elecciones personales y ministeriales. El diagnóstico de Jesús es bastante duro. Dice que el problema es que no importa lo que digamos que creemos, hay momentos en los que fundamentalmente vivimos como paganos. Vivimos (incluso en el ministerio) como si Dios no existiera, dejamos solo a ese Dios que nos adoptó para que seamos parte de su familia y que en cada momento nos colma de su perdón, fortaleza y gracia transformadora. Porque es mi Padre, es imposible estar solo en el ministerio alguna vez, o que me deje librado a mis propios recursos.

Buscar el reino de Dios en el ministerio significa muchas cosas, pero ciertamente significa recordar su presencia paternal, depender de su cuidado paternal, descansar en su sabiduría paternal, y confiar en su gracia paternal. Entonces podemos decir no cuando es la respuesta apropiada de fe, no intentamos controlar lo que ya está bajo el sabio control del Padre, y no estamos tentados a hacer más de lo que somos capaces de hacer.

Pastor, predica tú mismo este evangelio por tu bien, por el bien de tu familia, por el bien de aquellos a quienes administras, y por el bien de la gloria del Padre.


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