Soportando las cargas unos a otros

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English: Bearing One Another’s Burdens

© Ligonier Ministries

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Por John MacArthur sobre Comunión y Hospitalidad
Una parte de la serie Tabletalk

Traducción por Marina Puertas


Los problemas de este mundo son varios y despiadados. No es fácil concentrarse en el cielo ante las aflicciones de la vida terrenal. Por supuesto que se nos pide que centremos nuestras mentes en aspectos del cielo y no en los terrenales (Col. 3:2) pero incluso el creyente más comprometido dirá que los juicios terrenales oscurecen la perspectiva celestial.

Nos preocupamos. Nos afligimos. Nos tropezamos. Nos tensionamos ante los esfuerzos de nuestras labores diarias. Sentimos la culpa de nuestra condición caída. Mientras tanto, reaparecen adversidades de distintos tipos. Se trata de una de los muchos problemas mundanos que a menudo impiden que pensemos en ascender al cielo.

Y, sin embargo, se nos ordena que “busquemos lo que está en el cielo” (Col. 3:1). Se nos enseña que “miremos no las cosas que se ven sino las que no se ven” (2 Cor. 4:18). No debemos permitir que los problemas de esta vida separen nuestros corazones del cielo.

¿Cómo es posible? Cuando una carga nos pesa y hay demasiados problemas para alguien, los sentimientos quiméricos pueden parecer muy vanos.

Precisamente por eso la iglesia es tan importante. Nuestro deber como creyentes es ayudarnos los unos a los otros a llevar las cargas(Gal. 6:2). Cuando alguien se tambalea, le estabilizamos su carga. Si se está agotando, lo ayudamos con el peso de su carga. Y si se tropieza, lo levantamos. Ayudar a otros creyentes a soportar el peso de sus problemas mundanos es uno de los deberes principales prácticos que deberían tener en cuenta todos los cristianos.

Obviamente, ese concepto contradice al sentido de nuestra cultura, debido a la tendencia de la sociedad secular de favorecer la auto absorción. Nuestra generación ha desarrollado una obsesión poco saludable por el entretenimiento. Nos invaden múltiples diversiones triviales diariamente y tendemos a interaccionar con otros de forma fragmentada o con medios impersonales. Vivimos en ciudades muy pobladas y barrios sobrepoblados y, sin embargo, las personas están más aisladas que nunca.

Y seamos honestos, las iglesias reformistas y evangélicas a menudo imitan la cultura justo donde necesitamos comparar y contrarrestar su influencia. Ya que las iglesias intentan expandirse, ser más llamativas y más tecnológicas, normalmente tienden a convertirse en más frías e impersonales. Las iglesias contemporáneas incluso parecen animar en ocasiones la agenda del "yo primero" y el amor propio en vez de la de los mandatos "con el prójimo" de las Escrituras. En consecuencia, no cargamos con las responsabilidades de los prójimos tal y como deberíamos.

Sin embargo, Pablo hizo de su deber una prioridad. Fue el centro de sus advertencias a las iglesias Gálatas. La primera mitad (o más) de los Gálatas es una defensa de la justificación por fé y una serie de argumentos en contra de la falsa enseñanza que amenazaba con poner a esas iglesias en esclavitud de la ley. En Gálatas 5:14 él les recordaba: “Porque toda la ley en una palabra se cumple en el precepto: “Amarás a tu prójimo como a tí mismo”.

¿Cómo se manifiesta mejor ese amor? “Llevad los unos, las cargas de los otros y cumplid así la ley de Cristo” (6:2).

El primer y preeminente ejemplo de soportar una carga como Pablo menciona, implica lidiar con el peso del pecado de otro cristiano. "Hermanos, aun si alguno es sorprendido en alguna falta,vosotros que sois espirituales, restauradlo en un espíritu de mansedumbre, mirándote a tí mismo no sea que tú también seas tentado" (v.1). Eso por supuesto, no es un enfoque diferente a los pasos de la disciplina de la iglesia que Jesús enfatizó en Mateo 18:15-17. Esto simplemente explica cómo se realiza el proceso (con consideracion y mansedumbre) y subraya el objetivo verdadero (restauración, no el castigo o el reproche público en si).

Esto significa que la persona que restaura al hermano pecador no debe aproximarse a él como si fuera un maestro por encima de él sino dócilmente, como alguien que esta dispuesto a ayudar a llevar la carga, de manera que el que ha tropezado pueda ponerse en pie de nuevo.

A continuación, el verso 2 simplemente afirma el principio fundamental como vital ("Llevad los unos las cargas de los otros"). Obviamente, este precepto se aplica a todos los tipos de cargas y no sólo a las cargas de aquellos que caen en pecado. Cuando Pablo sugiere que soportar una cargas es “cumplir con la ley de Cristo”, aclara que él tiene toda la ley moral a la vista. Cada acto de compasión y de sacrificio propio por nuestros hermanos es una forma práctica de mostrar el amor de Cristo y, por tanto, de cumplir con las exigencias morales de su ley.

Sin embargo, el apóstol tiene claro en su mente las dificultades espirituales, emocionales y temperamentales y no sólo la carga física. Las cargas que debemos ayudar a llevar por otros incluyen la culpa, la preocupación, la pena, la ansiedad y todas las demás cargas similares.

¿Deseas cumplir con los requisitos morales de la ley? Ama a tu prójimo. ¿Cómo se le ama? Soportando sus cargas.

Es interesante que Pablo enfatizara en una epístola escrita para contrarrestar a las personas que caían en el legalismo. Es como si dijese, “¿Queréis acogeros a una ley? Que sea la de Cristo. Si os tenéis que asumir cargas, que sea mediante actos de amor hacia el prójimo".

Si lo haces con fe, tu propia carga no parecerá tan pesada. Y lo mejor de todo es que será más fácil mantenerte enfocado hacia cielo, sin tener en cuenta tus juicios en esta vida.


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