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Por Jon Bloom sobre Santificación y Crecimiento

Traducción por Javier Matus


Contenido

Cómo superar las distracciones que nos presionan

¿De dónde vienen nuestros pensamientos?

Nuestros pensamientos conscientes siempre vienen de alguna parte. Se podría pensar que eso es bastante obvio. Sin embargo, mi suposición es que la mayor parte del tiempo no es tan obvio de dónde vienen nuestros pensamientos.

Pôr supuesto, nuestros sentidos y la información nos dan bastante para reflexionar (como este artículo está haciendo en este momento). Pero ¿qué pasa con los pensamientos que demandan nuestra atención a primera hora de la mañana, o a la última de la noche, o los pensamientos compulsivos que dictan nuestros comportamientos?

Daré un ejemplo personal. Durante mi tiempo de oración matinal, no es raro para mí darme cuenta de repente de que he parado de orar y estoy entablando una conversación imaginaria conmigo mismo o con alguien más sobre algo que actualmente me preocupa. Cuando trato de detenerme y volver a orar, puede ser muy difícil —mis pensamientos demandan mi atención.

Sabes lo que quiero decir, porque también lo experimentas. Tales pensamientos a menudo tienen una atracción gravitacional sobre nuestra atención, casi como si no pudiéramos resistirnos a ir a donde quieren llevarnos, aun si no queremos ir allí. ¿De dónde vienen?

Pensamientos, emociones, creencias

Si queremos saber de dónde vienen nuestros pensamientos, lo primero que debemos examinar son nuestras emociones. ¿Qué es lo que estamos sintiendo específicamente —miedo, ansiedad, enojo, desilusión, desaliento, dolor, tristeza, esperanza, emoción, orgullo, gozo, deseo, anticipación? A veces, emociones poderosas como estas nos empujan hacia una cierta línea de pensamiento. Otras veces, ciertos pensamientos despiertan tales emociones. En realidad, no importa qué venga primero, porque nuestras emociones siempre apuntan a lo que alimenta nuestros pensamientos.

Y a lo que nuestras emociones apuntan son nuestras creencias subyacentes. Lo que creemos es lo que alimenta nuestros pensamientos —los pensamientos que realmente nos importan y guían nuestra forma de vivir.

Todos tenemos creencias oficiales y creencias funcionales, y las creencias de las que estoy hablando son las últimas. Nuestras creencias oficiales son como la declaración formal de misión, los valores fundamentales y el manual de políticas de una empresa. Las creencias funcionales vienen a ser la forma en que opera una empresa realmente. Si queremos saber lo que una empresa realmente valora, observamos sus operaciones. Si queremos saber lo que realmente creemos en un momento dado, observamos nuestras creencias funcionales.

Y la forma más rápida de ver nuestras creencias funcionales es mirar bajo nuestras emociones. Eso es lo que alimenta nuestros pensamientos dominantes y dicta la conducta.

En esto pensad

Pero ¿hay algo de esto en la Biblia? Sí. Dios, al haber diseñado la psique humana, es el Psicólogo supremo, y la Biblia es un increíble texto de psicología. Las emociones y los pensamientos alimentados por las creencias funcionales están en toda la Biblia. ¿Por qué Gedeón pensó en esconder su trigo en el lagar (Jueces 6:11)? ¿Por qué David pensó que acostarse con Betsabé era una buena idea (2 Samuel 11)? ¿Por qué Pedro pensó que debía negar a Jesús ante la sirvienta (Mateo 26:69-70)? ¿Por qué el padre angustiado pensó decirle a Jesús: “Creo; ayúdame en mi incredulidad” (Marcos 9:24)?

Pero el texto que recientemente he encontrado más útil es Filipenses 4:8 (LBLA):

Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo digno, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo honorable, si hay alguna virtud o algo que merece elogio, en esto meditad.

Notemos las últimas tres palabras: “en esto meditad”. Es una declaración fuerte. Pablo no nos está ofreciendo un consejo; nos está dando una orden. Esto es algo que debemos obedecer. Dios nos está diciendo algo profundo a través de Pablo: hay una manera de cambiar la forma en que pensamos, y debemos elegirla. ¿Cuál es esa manera?

Miremos la lista. ¿Alguna vez nos hemos parado a pensar cuán abstractos son los conceptos que Pablo enumera? La última vez que luchamos por escapar de un hilo de pensamiento compulsivo, ¿cuánto ayudaron los conceptos como la verdad, la honestidad, la justicia, la pureza, la excelencia y el resto? En la medida que permanecieron abstractos, probablemente no sirvieron de nada.

Pablo nunca tuvo la intención de que estos conceptos permanecieran abstractos. Es por eso que escribió “todo lo que es” antes de cada uno. Pablo sabía que lo que da lugar a nuestros pensamientos negativos y pecaminosos son creencias funcionales específicas falsas, deshonestas, injustas, impuras, feas, vergonzosas y detestables. Dondequiera que estas creencias (o incredulidades) pecaminosas funcionales existan en nosotros, manifestándose en nuestros exigentes pensamientos y emociones pecaminosas, deben ser confrontadas y reemplazadas con “todo lo que es” la creencia apropiada y dependiente de Dios.

Lucha por el gozo

Cuando luchamos con pensamientos y emociones exigentes que nos distraen, Dios quiere que sepamos que no somos víctimas que simplemente deben soportar el miserable viaje en el tren de nuestros pensamientos. Él quiere que cojamos los controles que nos ha dado, que cambiemos de curso y nos dirijamos hacia una dirección fiel y gozosa.

Y hacemos esto recordando que los pensamientos y emociones superficiales son los vástagos de nuestras creencias funcionales más profundas. Esas creencias falsas se basan en falsas promesas —cualquier promesa que no tiene su origen en Dios a través de su Palabra. Por lo tanto, cuando desechamos las falsas promesas específicas al confiar en las promesas verdaderas, desbancamos la creencia falsa que da vida a las emociones y pensamientos dominantes. Cuando hacemos esto, produce paz y gozo espiritual, incluso si nada ha cambiado en nuestras circunstancias.

Esto es un trabajo arduo, especialmente si no tenemos práctica o nunca hemos hecho de esto una práctica constante. Es una batalla de la fe, una en la que luchamos muchas veces al día. Y en los hábitos de pensamientos y sentimientos pecaminosos en los que nos hemos condicionado a ser indulgentes, debemos esperar que sea particularmente difícil.

Pero difícil no significa imposible, porque “para Dios todo es posible” (Mateo 19:26). Sí, aprender el hábito de no ser llevados por nuestros pensamientos y emociones nos exige ejercer disciplina. Pero la disciplina bíblica no es a la larga la negación del placer, sino la búsqueda del placer (Hebreos 12:10-11).

Es por el gozo, la libertad y el amor que Dios nos llama a luchar con todas nuestras fuerzas para pensar en estas cosas.


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