Todo lo que tenemos es Cristo

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English: All We Have Is Christ

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Por David Mathis sobre Santificación y Crecimiento

Traducción por Harrington Lackey


Pero todo lo que para mí era ganancia, lo he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y aún más, yo estimo como pérdida todas las cosas en vista del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor (Filipenses 3:7-8, LBLA)

Para cantar "Todo lo que tengo es Cristo" con todo el corazón, tenemos que creer que Cristo es mejor que todo lo que hemos tenido o conocido aparte de Él. "Todo lo que tengo" significa que todo lo demás cae, al menos en comparación. No hay otra cosa que pueda permanecer en pie a la luz del gozo que Él trae. Incluso los mejores dones que Dios nos ha dado no son sino sugerencias de todo lo que es Él para nosotros: sugerencias hermosas, misericordiosas y agradables, pero sugerencias al fin y al cabo.

En lo secreto de tu corazón, ¿qué posición tiene Jesús frente a otros amores? ¿Se inclina ante Él cualquier otro bien, cualquier otro talento o relación? ¿O se pierde con frecuencia entre la maleza de otros placeres? ¿Estarías feliz de tener a Cristo si no pudieras tener otra cosa aparte de Él? ¿Puedes decir con el salmo,

¿A quién tengo yo en los cielos, sino a ti?
Y fuera de ti, nada deseo en la tierra.
Mi carne y mi corazón pueden desfallecer,
pero Dios es la fortaleza de mi corazón y mi porción para siempre.
(Salmos 73:25–26)

El valor superior de conocerle

El apóstol Pablo sabía lo que era tener todo aquí en la tierra: éxito, poder, riqueza, estima. Y sabía lo que era que te arrebaten todo: expulsado de las ciudades, alejado de los que amaba, arrojado a prisión, golpeado y apedreado casi hasta la muerte, y sin embargo ganar todo. Le hubiera encantado cantar,

¡Aleluya! Todo lo que tengo es Cristo
¡Aleluya! Jesús es mi vida

A pesar de todo lo que solía tener, y todo lo que ahora había perdido siguiendo a Jesús, Pablo podía decir, "Pero todo lo que para mí era ganancia, lo he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y aún más, yo estimo como pérdida todas las cosas en vista del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor" (Filipenses 3:7–8). Conocer a Cristo no era algo que pudiera medirse o ser eclipsado. Muchas de las cosas que disfrutaba antes de Jesús seguían siendo buenas, pero el gozo de conocer a Jesús no podía medirse ni ensombrecerse (Filipenses 3:8).

Y sin embargo, para todos y cada uno de nosotros existió un día en que conocerlo no parecía sumamente valioso, ni siquiera necesario. Vivíamos en la oscuridad, y amamos las tinieblas (Juan 3:19).

Todo lo que pensamos que teníamos

¿Por qué los pobres y despreciados en los días de Jesús eran los más propensos a recibirlo? Jesús mismo explicó por qué: "Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los que están enfermos; no he venido a llamar a justos, sino a pecadores" (Marcos 2:17).

¿Cuántos de nosotros, en el fondo, pensábamos estar bien —seguros, amados, felices, buenos— y por lo tanto no teníamos necesidad de Jesús? Puede que hubiéramos seguido los pasos del cristianismo, pero la cruz en realidad era nuestra póliza de seguro contra el infierno, no el nuevo ancla y fuente de nuestra vida. Cristo era nuestro perdón, pero no nuestra vida, porque todavía amábamos las tinieblas.

Estábamos perdidos en la noche más oscura. En lo que respecta a las dimensiones más esenciales de la vida, no podíamos ver la mano que teníamos frente a nuestra cara. Y sin embargo, creíamos conocer el camino. Aun cuando éramos ciegos y sordos a la realidad (a lo pecaminosos que éramos realmente, a lo satisfactorio que es Jesús, a cuán desesperadamente necesitábamos gracia y misericordia) confiábamos en nuestros sentidos de todos modos. Seguimos corriendo, en todas direcciones menos en las de Dios.

Y nos creíamos ricos. Probablemente nunca pensamos en estos términos, pero el pecado nos prometía gozo y vida. Y creíamos. El diablo "es un mentiroso y el padre de las mentiras" (Juan 8:44), retorciendo la iniquidad en belleza, la esclavitud en libertad, el humo del infierno en una niebla inofensiva. Satanás se aprovecha de la opacidad de nuestros corazones y de la vitalidad de nuestra imaginación para hacer que la vida en la oscuridad parezca encantadora.

Todo lo que encontramos en Él

Si Dios nos hubiera dejado a nosotros mismos, lo seguiríamos rechazando. Pero Dios llegó a la muerte, y arrancó todas nuestras negativas hacia Él. Miramos todo lo que pensábamos que teníamos, y supimos que necesitábamos mucho más.

Jesús cuenta la historia, nuestra historia: "El reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en el campo, que al encontrarlo un hombre, lo vuelve a esconder, y de alegría por ello, va, vende todo lo que tiene y compra aquel campo" (Mateo 13:44). Habíamos corrido mucho, alejándonos del único campo que podía satisfacernos, y luego el campo corrió a encontrarnos. Ahora todo lo que conocemos es gracia.

Debido a que Jesús es nuestra vida, nuestra vida es para Jesús. Queremos que esta vida rescatada sea una vida fructífera, trayendo a los demás a todo lo que tenemos en Cristo. Queremos que alguien más abandone al fin la oscuridad porque vieron la luz en nosotros. Una vez más, Jesús dice, "Pero el que practica la verdad viene a la luz, para que sus acciones sean manifestadas que han sido hechas en Dios" (Juan 3:21). Queremos que los demás vean que la fuerza, la sabiduría y el gozo que necesitamos para obedecer a Dios nunca podrían venir de dentro de nosotros.

Todos debemos ser llevados por Dios a Dios, día a día, hasta que la muerte finalmente nos lleve a la Vida.


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