Tres oraciones para enfrentar los lunes (o cualquier otro día)
De Libros y Sermones BÃblicos
Por Jonathan Parnell sobre Santificación y Crecimiento
Traducción por Mariana Ramirez
Esta es una de esas verdades profundas y comunes - una que Jonathan Edwards expone con el poder intelectual de un genio, y nuestra experiencia común testifica:
Es esencial para nuestro gozo actual la anticipación de un gozo mayor por venir.
Es por esto que, por ejemplo, comúnmente la mejor parte de las vacaciones es el día antes de que comiencen. La alegre anticipación de lo que será se agrava en el presente y nos hace sentir bien. Mientras más nos acercamos al final de las vacaciones, el gozo disminuye. ¿Te suena familiar?
En la cultura americana, el fin de semana puede ser una versión en miniatura de esta experiencia. Después de cinco días de trabajo, muchos de nosotros esperamos dos días libres el sábado y domingo. La anticipación está en su punto más alto el viernes - ¡Gracias a Dios es viernes! - pero el domingo por la tarde todo el gozo se esfuma. Mañana nos enfrentamos con el lunes, con todas sus pruebas e incertidumbres.
Entonces ¿Cómo lo enfrentarás? ¿Cómo podemos aprovechar al máximo el domingo para prepararnos para el menos entusiasta mañana?
En complemento con la adoración corporativa , aquí hay tres oraciones para enfrentar los lunes:
1. Dame una confianza descarada en tu grandeza y bondad.
Sin importar las circunstancias que tengamos mañana, la verdad más fundamental que necesitamos saber es que Dios está en control y es bueno. Muchos de nosotros podemos recitar la oración para la cena “Dios es grande, Dios es bueno…” - pero necesitamos más que una buena memoria para que este hecho surta efecto. Necesitamos fe. Necesitamos confianza descarada - una confianza indomable - en que nuestro Dios domina sobre el reino de los hombres, que ningún propósito suyo puede ser estorbado, que hace todo lo que le place (Daniel 4:17; Job 42:2; Salmo 115:3 LBLA). Que tiene abundante misericordia, es compasivo y misericordioso, que su cercanía es nuestro bien (Éxodo 34:6; Santiago 5:11; Salmos 73:28).
Decirlo es una cosa; creerlo es otra. Así que le pedimos a Dios por esa fe.
2. Dame un corazón humilde hacia la gente que me encontraré.
La mayoría de las circunstancias con las que nos enfrentamos involucran rostros. Gente real. Personas con sus propias historias. Personas con almas eternas. Normalmente esto significa que la manera en la que nos enfrentamos a las situaciones es realmente como nos relacionamos con otros. Lo que necesitamos es humildad. Necesitamos un sentimiento profundo y sincero de que somos criaturas. Si la primera oración es para conocer la grandeza y bondad de Dios, la segunda es para saber que la grandeza y bondad son originales de Él, no de nosotros. No somos tan geniales. No somos tan buenos.
Admitir esto no es algo de nuestra naturaleza. Así que le pedimos a Dios que nos de este corazón.
3. Dame el profundo gozo de que gracias a Jesús, lo mejor siempre está por venir.
Esto no es un cliché. No es algo demasiado bueno para ser verdad. Para el cristiano , lo mejor siempre, siempre, está por venir. Las primeras dos oraciones se unen en esta: un gran Dios juzgará todo mal, un buen Dios mostrará misericordia, y Jesús mostró vívidamente ambos para los desamparados.
En la cruz, Jesús simultáneamente absorbió la ira de Dios por los pecadores y demostró el amor de Dios por los pecadores (Romanos 3:25; 5:8). Debido a que hizo esto, porque estamos unidos a él por fe, no existe circunstancia en esta vida que valga la pena comparar con la gloria que será revelada a nosotros. Lo mejor siempre está por venir. Incluso en la eternidad, como Edward explica, nunca pararemos de decirlo.
Esa es razón de la celebración inquebrantable. Así que pedimos por este gozo profundo.
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