Una doctrina muy preciosa y práctica
De Libros y Sermones BÃblicos
Por John Piper
sobre La Soberanía de Dios
Una parte de la serie Taste & See
Traducción por Yiting Lee Pacheco
El domingo pasado por la noche me gocé al escuchar la bendecida verdad de la soberanía de Dios exaltada por Glen y June. La soberanía de Dios es una doctrina muy preciosa. Aún así, quizás alguno de ustedes quiera un poco de luz bíblica acerca de esta doctrina. La palabra "soberanía" (así como la palabra "trinidad") no aparece en la Biblia. Utilizo "soberanía" para referirme a la siguiente verdad: Dios está en última instancia en control del mundo, desde la intriga internacional más grande hasta el pajarito más pequeño que cae en el bosque. La Biblia lo dice de la siguiente manera: "Yo soy Dios y no hay otro... Mi propósito será establecido, y todo lo que quiero realizaré" (Isaías 46:9-10). "El actúa conforme a su voluntad en el ejército del cielo y entre los habitantes de la tierra; nadie puede detener su mano, ni decirle: "¿Qué has hecho?" (Daniel 4:35). "Pero él es soberano; ¿quién puede hacerlo desistir? Lo que él quiere hacer, lo hace. Hará conmigo lo que ha determinado; todo lo que tiene pensado lo realizará" (Job 23:13-14). "Nuestro Dios está en los cielos; Él hace lo que le place." (Salmo 115:3)
Una razón por la que esta doctrina es tan preciosa para los creyentes es que sabemos que el deseo de Dios es mostrar misericordia y bondad a todo aquel que confía en él (Efesios 2:7; Salmo 37:3-7; Proverbios 29:25). La soberanía de Dios significa que este diseño que es para nosotros no puede ser frustrado. Nada, absolutamente nada, cae a quienes "aman a Dios y son llamados de acuerdo a su propósito", sino sólo lo que es para nuestro más profundo y gran bienestar (Salmo 84:11). Por lo tanto, la misericordia y la soberanía de Dios son dos pilares gemelos en mi vida. Es la esperanza de mi futuro, la energía de mi servicio, el centro de mi teología, la unión de mi matrimonio, la mejor medicina en todas mis enfermedades, el remedio a todos mis desalientos. Y cuando muera (ya sea pronto o más adelante) estas dos verdades estarán junto a mi cama, y con manos de infinita fuerza e infinita ternura me levantarán hacia Dios.
Cuando la esposa de George Müller murió a los 39 años, él dio un sermón en el funeral del texto "Bueno eres tú, y bienhechor" (Salmo 119:68). Él cuenta cómo oraba cuando descubrió que su esposa tenía fiebre reumática: "Sí, Padre mío, el tiempo de mi querida esposa está en tus manos, harás lo que es mejor para ella y para mí, ya sea vida o muerte. Si fuera posible, levanta una vez más a mi adorada esposa -tú tienes el poder para hacerlo aunque esté muy enferma; pero aún así, cualquiera sea la manera que tú decidieras tratar conmigo, sólo ayúdame a continuar a permanecer perfectamente satisfecho con tu santa voluntad." La voluntad del Señor fue llevársela. Por lo tanto, con gran confianza en la misericordia soberana de Dios, Müller dijo, "Me postro y estoy satisfecho con la voluntad de mi Padre celestial; busco glorificarlo a través de una sumisión perfecta a su santa voluntad; beso constantemente la mano que me ha afligido…Sin esfuerzo, lo más profundo de mi alma se goza habitualmente en el gozo de la amada que ha partido. La felicidad de mi esposa me da gozo. Mi hija querida y yo no la tomaríamos de regreso, aún si fuera posible hacerlo con el movimiento de una mano. Dios mismo lo ha hecho; estamos satisfechos con Él."
En manos del Todopoderoso,
El Pastor John
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